Infoméride | El hombre de Piltdown

 Infoméride | El hombre de Piltdown

El llamado Hombre de Piltdown es para muchos el mayor fraude de la historia de la paleontología.

Para principios del siglo pasado, había una efervescencia científica pocas veces vista. Charles Darwin y su teoría evolucionista, donde señalaba a los humanos como descendiente de los monos, generaban escozor en la Iglesia y furor en los científicos.

Encontrar al “eslabón perdido”, una idea muy en boga por entonces, significaba una lucha por el conocimiento y también una lucha política. En 1907, el alemán Otto Schoetensack había descubierto el Hombre de Heidelberg, en Alemania. Era el fósil humano, una mandíbula, más antiguo conocido entonces, de una especie de hombres hoy extinta que databa de unos 400 mil años de antigüedad. En Indonesia ya se hablaba de “El hombre de Java”, donde habían metido mano científicos neerlandeses y alemanes.

Entonces, en la enrarecida Inglaterra de la preguerra, tener un hallazgo científico a la altura era casi una cuestión de honor. Es por eso que el hallazgo de unos restos óseos -un cráneo parcial, un diente suelto y una mandíbula con dientes- en una de las tantas granjas de PIltdown, una localidad rural del sureste de Inglaterra, fue tan publicitado en su momento.

Los hallazgos comenzaron en 1908 y fueron reportados por Charles Dawson, un arqueólogo aficionado que administraba varias granjas en la zona y cada tanto llevaba sus hallazgos a la comunidad científica. Era un hombre hambriento de reconocimiento en un país hambriento de un hallazgo que lo situara como verdadera cuna de la humanidad.

Entre 1911 y 1912 se hacen más hallazgos, al punto de tener el cráneo perfecto para el eslabón perdido perfecto y algo así como una herramienta similar a un bate de cricket tallada en hueso de elefante.

El 18 de diciembre de 1912, hoy hace 109 años, Dawson y el reconocido paleontólogo Arthur Woodward, una eminencia de la cual no valía desconfiar, presentaron ante la Sociedad Geológica la reconstrucción del cráneo del Eoanthropusdawsoni, de medio millón de años de antigüedad.

Hay que ver que hasta 1953, cuando se descubrió el fraude, se siguieron sucediendo hallazgos de homínidos ancestrales en distintas partes del mundo. Y el patrón de esos hallazgos no hacía sino confirmar que había algo extraño en nuestro antepasado inglés. Era una cosa anómala, un quiebre total en la escala evolutiva que, por supuesto, había sido algo más paulatino.

 

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