Agenda verde | La medicina de los árboles

 Agenda verde | La medicina de los árboles

La doctora Valeria Uriarte, se refirió en Informativo Carve del Mediodía al beneficio de los árboles para la salud.

Los árboles brindan, además de belleza, abrigo, sombra, flores, frutos, hogar para otras especies, materia orgánica para nutrir el suelo, fija carbono, produce oxígeno. Es una máquina perfecta.

Más allá de esos beneficios existen también otras funciones importantes. Los estudios científicos de la International Forest Medicine explican que todas las plantas en conjunto liberan anualmente alrededor de 490 millones de toneladas de sustancias volátiles a la atmósfera.

Con el aire que inhalamos y asimilamos tienen un impacto muy fuerte en el sistema respiratorio e inmunológico. Estas sustancias se denominan fitoncidios, fitoncidas, phytoncide o phyroncides. Son compuestos orgánicos volátiles aleloquímicos antimicrobianos derivados de plantas.

La palabra, significa “exterminado por la planta”, fue acuñada en 1928 por el Dr. Boris P. Tokin, un bioquímico ruso de la Universidad de Leningrado, quien descubrió que algunas plantas emiten sustancias muy activas que les impiden pudrirse o ser devoradas por algunos insectos y animales.

Más de cinco mil sustancias volátiles defienden las plantas de microorganismos, hongos e insectos. Son ampliamente utilizados en Rusia ucraniana, China y la medicina japonesa, incluyendo medicina holística, aromaterapia, y medicina veterinaria.

Los primeros informes sobre datos experimentales, incluido el fenómeno observado de la muerte de microorganismos y algunos macro organismos, se realizaron el 30 de mayo de 1930 en el Congreso de Zoólogos de toda la Unión en Kiev, pero la primera publicación sobre el tema de los bactericidas de origen vegetal (fitoncidas) apareció en 1942.

Este año es la fecha oficial de nacimiento del término “fitoncidas”. El pino pertenece a una de las plantas que más emanan fitoncidios. Se tomaron muestras de la superficie del suelo y a una cierta profundidad y del aire en varios bosques, y se detectaron varios tipos de microorganismos en ambas partes, pero muchos eran diferentes.

Se descubre en los estudios que una hectárea de bosque caduco en el verano liberaba de dos a 30 kilogramos de fitoncidios, fitoncidas, phytoncide o phytoncides volátiles. Esa cantidad es suficiente para matar a todos los microbios en una ciudad de tamaño mediano.

En el estudio particular del arce, como lo muestran los estudios bioquímicos realizados por el equipo multidisciplinar de la International Forest Medicine, demostraron que no solo tiene una alta actividad fitonticida, sino que también es capaz de absorber sustancias perjudiciales para los humanos, como por ejemplo, el benceno.

Los estudios científicos del maestro Samurai Spain como investigador principal, llegan a la conclusión de que las sustancias volátiles (fitoncidios, fitoncidas, phytoncide o phytoncides), que penetran a través de los pulmones y la piel en el cuerpo humano, matan e inhiben el desarrollo de microbios patógenos, lo protegen de enfermedades infecciosas y embalsaman los tejidos.

Los fitoncidios normalizan el ritmo cardíaco y la presión arterial, participan activamente en el metabolismo y tienen un efecto positivo en el cerebro humano, demostrando que las personas que viven en áreas forestales son mucho menos susceptibles a las enfermedades del tracto respiratorio superior en comparación con los residentes urbanos.

Existe una respuesta concreta con base científica del porqué percibimos que el bosque nos “sana”. Según los estudios científicos realizados por el Dr. Qing Li, inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, el estrés es el mal del mundo. Esto se suma a lo expresado por la OMS, que agrega que es la epidemia del siglo XXI.

Qing Li investiga como los “baños de bosque” pueden ser una medicina para la humanidad. Sus estudios encontraron que la permanencia en el bosque previene la enfermedad al disminuir notablemente la hormona del estrés que causa tantas enfermedades.

También reduce la tensión arterial y el azúcar en sangre, mejora la salud cardiovascular y metabólica, la concentración, la memoria y el umbral del dolor. Su investigación se ha centrado en el efecto del bosque en el sistema inmunitario al aumentar el número de las células Natural Killer (células asesinas) y la producción de proteínas anticancerígenas.

Las NK son un tipo de glóbulos blancos que pueden atacar y matar células no deseadas como las tumorales con la ayuda de proteínas anticancerígenas. Las personas con una mayor actividad de las células NK muestran una menor incidencia de cáncer.

Observó que tras tres días y dos noches en el bosque, las células NK de los participantes aumentaron un 50%, y su actividad, un 52,6%, junto con el aumento de la presencia de proteínas anticancerígenas y el efecto dura hasta por 30 días después y si vas al bosque a pasar el día, el efecto es de una semana.

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