La precisión implica que los nutrientes no se usen “donde no se necesitan”

 La precisión implica que los nutrientes no se usen “donde no se necesitan”

La presión internacional “por la huella de carbono existe”, por ejemplo para las producciones arrocera y lechera, porque Uruguay es un país exportador de arroz y lácteos, advirtió el Ing. Agr., y Máster y Dr. en Ciencia Animal, Óscar Blumetto.

Citando un estudio sobre la huella de carbono en tres sectores productivos -carne vacuna, lácteos y arroz-, afirmó que “lo más importante a resaltar” es que “en el caso del arroz la huella de carbono principal” está en “la producción a campo”, originada por el metano (igual que en el caso de la ganadería vacuna) y el óxido nitroso.

La huella de carbono es definida como la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, una organización, un evento determinado o un producto.

“En la medida que nos movemos de sistemas más extensivos a los sistemas más intensivos, justamente uno de los indicadores que empieza a tener problemas es el tema del agua. Y éste es, yo creo, el factor que más va a presionar al sistema lechero en el Uruguay -ya lo está- en el futuro cercano”, reflexionó el Ing. Blumetto en la 34ª Jornada de Información Económica CREA, donde expuso sobre el tema “Producir conservando la calidad ambiental: el gran desafío de los uruguayos”.

Aludiendo al Río Santa Lucía, dijo que “parte de la razón” es que “gran parte de esa producción lechera está concentrada en la cuenca del río que abastece de agua potable a más de la mitad de la población. Los niveles de fósforo están muy por encima de las tolerancias, entonces esta presión por supuesto va a existir”.

Mencionó dos formas de enfrentar el problema: el manejo de efluentes -donde la dificultad “no es la tecnología sino la inversión necesaria”- y “la contaminación difusa, es decir la pérdida sobre todo de fósforo, que va desde el campo, es muy importante y, a veces, rivaliza con la de los efluentes concentrados”.

“Nosotros ahora estamos, la Facultad de Agronomía también, (…) teniendo aplicación de algunas técnicas para estimar la exportación de nutrientes de cada uso del suelo”, en las que “la base es tratar de optimizar el ordenamiento del uso del suelo para minimizar la exportación de fósforo”, manifestó Blumetto, que es investigador principal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), donde sus áreas de trabajo son ecología animal, conservación de la naturaleza y recursos de la tierra, y gestión de recursos energéticos.

Señaló que las preocupaciones ambientales del mercado y la sociedad por la huella de carbono también están presentes en la producción vegetal intensiva, “aunque para el caso de la agricultura la presión es mucho menor” por las emisiones de GEI, pero es fuerte por el uso de agroquímicos y transgénicos, “y aquí se mezcla mucha cosa ambiental, salud, y a veces hasta contrapuestas entre ellas, y la pérdida de diversidad”.

El Ing. Blumetto también habló de las “oportunidades” que “estamos dejando pasar, o a veces no tanto, pero van más lentas” y sostuvo que, “en el caso de la agricultura de secano, la tecnología, en todas las formas que se imaginen, es la mejor alternativa ambiental también”.

“No solo para mejorar temas económicos y de productividad, sino (además) porque la precisión aquí implica que los nutrientes se agreguen donde hay que agregarlos y no donde no se necesitan -explicó-. Los agroquímicos lo mismo, herbicidas, fungicidas, etc. Entonces acá hay muchísimo para mejorar en el campo ambiental.”

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